Innumerables temas agobiaron la mente del ser humano como se demuestra en Caos Mental
Por: Alejandro Laborie Elías
En el mundo contemporáneo son innumerables los temas que agobian al ser humano, su mente está plagada de información que lo mismo refieren el narcotráfico, la violencia, la guerra, como la cultura, la economía, la política y en general todo lo que concierne a lo social.
La devastadora cantidad de datos que se acumulan en el cerebro nos acongojan, unos problemas son reales, otros los imaginamos, unos son graves otros no los son, lo único cierto es que nuestro pensamiento se ve afectado; unos aciertan a superar su situación emocional, otros caen en el caos mental que los lleva a la depresión, a la desesperación, a la locura.
El teatro, siempre atento a todo lo humano, se sumerge en ese laberinto de planteamientos, en su mayoría no resueltos ni aún por los especialistas en la psique de la persona a través de la obra Caos mental, texto a partir de una idea original de Georgina Ságar, Ricardo Rodríguez y Mahalat Sánchez, bajo la dirección de Ginés Cruz.
Huir de la realidad, sea en forma objetiva o subjetiva, es un reto que afecta a toda la humanidad, los sentidos alimentan a la razón, pero en muchos casos la indigestión no se hace esperar, el caos reina en el mundo, a tal grado que hay quienes sostienen –incluyendo científicos– que es en torno a lo que gira el universo.
La puesta inicia con una larga introducción sin texto, el movimiento, por qué no el lenguaje, corporal predomina, el desplazamiento escénico es prácticamente nulo. Después, una interesante disertación a partir de la interrogante de quién soy yo representa una gran dificultad.
La disertación no es convencional, textos más que diálogos pronunciados a una gran velocidad; el teatro del absurdo parece estar presente en todo momento; se exige toda la atención, porque si bien no hay un hilo conductor, si hay mucho temas que se abordan con seriedad, claro todo como parte del caos, que es el protagonista principal.
Lo mismo hay un encontronazo con la política, como con la violencia; se asumen planteamientos como el que los embalsamadores han encontrado un gran negocio en México con tantos muertos que hay día con día o que los paramédicos prefieren evadir sus responsabilidades ante el temor de ser otras víctimas de los sicarios; ya no se diga el caso de los enterradores.
La temática es tan amplia que se tratan los problemas que una persona padece al llegar a una ventanilla de una dependencia de gobierno o la posible presencia de los extraterrestres. Una fuerte crítica a la Coca-Cola y personajes de la política, espectáculos y todo lo que se desee. Un acierto es que durante todo el desarrollo hay mucho humor, ironía y sarcasmo.
Retomando, un extraordinario trabajo corporal, el cuerpo es la base de todo el montaje. Por momentos son movimientos coreográficos, en otros son actoral netamente, la combinación una belleza plástica que por sí sola vale la pena.
Un espacio enmarcado, que bien puede simbolizar el encierro en el que se encuentran las mentes de los dos personajes, interpretados por Mahalat Sánchez y Ricardo Rodríguez, ambos soberbios, actoralmente hablando, convierten el teatro en una delicia, sin embargo hay que aclarar que no es para todo público, es para un grupo selecto que saben que hay formas diferentes de expresión artística a las tradicionales.
Para todo aquel que decida asistir a esta sui generis propuesta y al salir quedar conmovido con la idea de que la vida ya no es como la conocemos, la cita es en el teatro La Capilla, los sábados a las 19:00 horas.